Cuenta
Abel que una oportunidad en que se encontraba en una playa
de la zona junto con su familia, tomo entre sus manos
un trozo de madera de esos que usamos para calzar las
ruedas de los vehiculos y con una hoja de sierra comenzó
a darle forma, en ese momento, y sin saberlo, se había
encontrado con el artista que llevaba escondido tal vez
desde siempre.
Transcurrieron
los años y aprendíó por su propia
experiencia los secretos de la madera, su resistencia,
a descubrir sus vetas, aprendió también
los secretos de la perspectiva y las aplicó una
o otra vez y hoy con toda esa experiencia acumulada realiza
en su taller maravillosos trabajos que son para el asombro.
Acompañado
por su esposa Mónica, sus hijos y sus nietos, rodeado
de afectos y amistades, Abel pasa el tiempo labrando la
madera, su casa es un salon de exposición que es
un placer recorrer.
Vaya entonces
este reconocimiento a éste artista, amigo, buena
persona, ferviente amante del 2 x 4 que supo encontrar
su verdadera vocación y la aplica para el placer
de todos nosotros. |