La Última Verdadera Princesa de Gales - Artículo

Mónica & Gwyn Jones
Articulo seleccionado y publicado por La Nacion Online (marzo 1999)

Si revisamos la historia y los orígenes étnicos galeses (celtas), la única relación posible entre ingleses y galeses es la invasión y el avasallamiento sufrido por el pueblo galés, motivo por el cuál se gesta y, se concreta en 1865 la idea colonizadora en Patagonia. Si revisamos las crónicas, se fundamenta con claridad la causa por la cual decidieron emigrar: Ser libres y preservar sus costumbres y su lengua; junto con el euskera (vasco), las dos lenguas vivas más antiguas de Europa.

Muchos se preguntarán por qué el Príncipe Carlos ostenta el título de "Príncipe de Gales" cuando, su descendencia nada tiene que ver con este "Viejo País de las Arpas", e incluso poco relacionada se encuentra con lo inglés. Sus antepasados tienen sus raíces en la dinastía de la poco ilustre Casa alemana de Saxen-Coburg-Gotha (el marido de la reina Victoria, Albert, de allí provenía), y su padre es Philip Mountbatten de una familia alemana de apellido Battenberg.

Si revisamos la historia y los orígenes étnicos galeses (celtas), la única relación posible entre ingleses y galeses es la invasión y el avasallamiento sufrido por el pueblo galés, motivo por el cuál se gesta y, se concreta en 1865 la idea colonizadora en Patagonia. Si revisamos las crónicas, se fundamenta con claridad la causa por la cual decidieron emigrar: Ser libres y preservar sus costumbres y su lengua; junto con el euskera (vasco), las dos lenguas vivas más antiguas de Europa.

Muchos se preguntarán por qué el Príncipe Carlos ostenta el título de "Príncipe de Gales" cuando, su descendencia nada tiene que ver con este "Viejo País de las Arpas", e incluso poco relacionada se encuentra con lo inglés. Sus antepasados tienen sus raíces en la dinastía de la poco ilustre Casa alemana de Saxen-Coburg-Gotha (el marido de la reina Victoria, Albert, de allí provenía), y su padre es Philip Mountbatten de una familia alemana de apellido Battenberg.

En una de las tantas guerras en defensa de su pueblo, el príncipe Llewelyn de Gales, fue muerto y, bajo el mote de ALTISIMA PELIGROSIDAD, la pequeña princesa Gwenllïan (hija de Llewelyn), de tan sólo un año de edad, fue puesta en cautiverio en un convento en Inglaterra, precisamente en Sempringham, Lincolnshire bajo la vigilancia de las monjas (recordemos que esto sucedía previo a la Reforma), quienes velaron por la vida de la niña.

Muerto Llewelyn de Gales, Edward I de Inglaterra continuó batallando contra el hermano de Llewelyn, Dafydd, a quien también venció y a cuya hija Gladys también confinó en otro convento en Inglaterra.

Es obvio decir que luego de dar muerte en la batalla a Llewelyn, Edward I, legó las tierras a su hijo Edward II y con ellas el título de Príncipe...

Lejos de sus montañas y sus lagos, sin escuchar una palabra de su propia lengua galesa, allí sobrevivió la pequeña princesa Gwenllïan al grave pecado de ser, para los ingleses, la Verdadera y última Princesa de Gales, hasta el año l337, en el que falleció, sin haber sido reconocida jamás como tal.

Tan bien se cumplió el propósito del rey Edward, que la historia apenas si la recuerda en algún insignificante párrafo, y, paradojicamente, sólo algunos pocos bardos le han cantado haciéndole honor a su título de Verdadera Princesa de Gales.

Sólo en alguna carta dirigida al Papa, se la recuerda y se utiliza su abolengo, para solicitar mayores asignaciones monetarias ya que se declara: "Se encuentra prisionera aquí la Princesa de Gales, a quien debemos mantener..."

Luego de una ardua y apasionada investigación, fue el recientemente fallecido Capitán Richard Turner residente en Caernarfon, Gales y la escritora Angharad Thomas, quienes decidieron, por motus propio, colocar una lápida recordatoria en Sempringham, a la olvidada princesita...

Es a Sempringham, en cada primavera, a donde se dirige la Agrupación "Merched y Wawr" (Mujeres del amanecer, en lengua galesa), a plantar prímulas para que su aroma perfume el nombre de la Ultima Princesa de Gales y despierte las memorias algo frágiles.

Quizás, en un futuro no muy lejano, y uniendo el propósito de los Primeros Colonos de Chubut, se amalgame desde la quieta figura de alguna estatua, enalteciendo el sueño cumplido y elevando desde las bardas que circundan Gaiman, la mirada de la mujer galesa que escribió honorables sueños de libertad con la de aquella otra figura silenciosa que se llevó con ella el verdadero título de Princesa de Gales.....

Mónica & Gwyn Jones
Articulo seleccionado y publicado por La Nacion Online (marzo 1999)

 
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